En los últimos años, uno de los principales focos de estudio de la ciencia (y afortunadamente ya se está globalizando) es la Neurociencia, es decir, el cerebro, y cómo su funcionamiento, sus reacciones, hormonas, conexiones y transformaciones neuronales afectan al comportamiento humano.
Este estudio está proporcionando otra cosa que personalmente considero importantísima, y es que remarca que el ser humano tiene más cosas en común que diferencias, al explicar que gran parte de los comportamientos cotidianos se deben a cómo funciona el cerebro, y por tanto nos afecta a todos por igual.
¿Cómo no aprovechar estos estudios para mejorar la orientación de la preparación?.
Vamos a empezar a conocer cómo hacerlo.
Tenemos que entender, que ante una situación de riesgo o de supervivencia, el ser humano ha desarrollado a lo largo de su evolución, respuestas muy parecidas al resto del mundo animal, y que por tanto, va a experimentar (resumiendo) cuatro líneas de acción:
Esa situación en la que el individuo ve peligrar su vida, va a provocar un fuerte impacto en el SNC (Sistema Nervioso Central), provocando unas consecuencias fisiológicas, cerebrales y psicológicas.
Voy a explicarlo de forma general en este artículo y profundizaré en posteriores.
¿Qué es lo que sucede física, cerebral y psicológicamente cuando un individuo sufre una situación de supervivencia?.
En primer lugar, como he dicho, esa situación supone un fuerte impacto para el SNC, en concreto para el Sistema Nervioso Parasimpático (es decir, la parte involuntaria del SN), que va a suponer una fuerte activación del hipotálamo y de la amígdala o amígdalas (del cerebro, no de la garganta). La amígdala es un pequeño núcleo en el cerebro que tiene una doble ramificación en los dos hemisferios, y que al activarse, va a actuar como central receptora de alarmas preparando al organismo para lo que se conoce como el estado de “lucha o huída” (fly or fight, en inglés), es decir, prepara el organismo para su máximo desempeño.
Esa activación de la amígdala y el hipotálamo va a suponer la segregación de las hormonas del estrés, principalmente adrenalina, noradrenalina y cortisol. Estas van a liberarse en el torrente sanguíneo y junto con el SNP, va a provocar que la sangre vaya a los sitios donde más falta hace (músculos grandes como dorsal, pectoral, cuádriceps, femoral), y va a tener unos efectos fisio-psicológicos, además de interrumpir el resto de procesos que distraerían al cerebro y al organismo de la supervivencia (digestión, salivación, entre otros), dejando esos asuntos para más tarde.
Esta es la razón de que cuando estamos yendo hacia un incidente y no sabemos exactamente lo que vamos a encontrar, en ocasiones notamos la boca muy seca, vértigo en el estómago y en ocasiones, a priori o a posteriori de un incidente, puede provocar vómitos y pérdida de control en los esfínteres (puede suceder y es totalmente normal).
Como digo, todo esto va a suponer unas consecuencias fisiológicas, psicológicas y neurales.
En primer lugar, esa primera activación de la amígdala y segregación hormonal va a suponer el bloqueo o inhibición de otras zonas cerebrales como las que gestionan el razonamiento, la creatividad y la resolución de problemas (cuya zona más importante en este tema es el córtex prefrontal, que proporcionaría la solución más racional posible al valorar la situación con más tiempo), que también tardarán más tiempo en entrar a funcionar.
Ejemplo: Esta es la razón de que cuando se tiene un Jefe autoritario que siempre busca el error y ejerce mucha presión, el efecto Pigmalión y la segregación de cortisol por el estrés va a provocar este bloqueo de núcleos cerebrales que hará que nos sintamos menos creativos, productivos y capaces. No es una percepción, es algo físico que ocurre de verdad, y más común de lo que debería.
Además, se puede experimentar también efecto túnel (centrarse sólo en la amenaza), pérdida de control del entorno (y de los compañeros, civiles o enemigos alrededor), exclusión o sobreestimulación auditiva, inhibición del dolor, tiempo bala, pérdidas temporales de memoria, entre otros que explicaré en próximos artículos.
En cuanto al cuerpo, ese impacto al SNC y activación de la amígdala puede provocar:
Como vemos, el cada vez más profundo conocimiento del ser humano a través de los avances científicos puede darnos herramientas muy útiles a la hora de orientar nuestra preparación.
En primer lugar para concienciar al personal y luchar contra la desinformación (no sería la primera vez que alguien se piensa que es un cobarde por hacerse de vientre u orinarse encima durante una intervención).
En segundo lugar, para extraer lo que nos resulte útil para prevenir, simular y orientar el entrenamiento con el único objetivo prioritario que deberíamos tener: estar preparados cuando sea necesario.